martes, 9 de agosto de 2011

Quedó atrás aquella joven inofensiva

La inocencia de cuando tienes 15 años no la puedes mantener si tienes 20.
Eras estúpida, incoherente, inútil, incompetente, torpe, ilusa, enamoradiza, caprichosa...
Pero cuando tienes 20 años, ya eres adulta, ya se supone que estás experimentada, que sabes qué es lo que realmente quiere o por qué se interesa por ti.
Hace meses que no habláis y de repente, sin ningún tipo de explicación te llama. No sabes qué hacer, bueno sí, coger el teléfono, pero 
¿Cómo contestas?, ¿Cómo si no hubiera pasado nada?, ¿Una contestación dulce y cariñosa o agria y sorprendida?
Eso no lo puedes fingir así que respondes asombrada y evidentemente feliz de que se haya acordado de ti. 

Han pasado 2 horas y la oreja te arde, no has parado de reír y cuando, inevitablemente llega la hora de colgar sientes un vacío que no sentías 2 horas atrás.


“¿Qué maldito efecto produces en mí? Un día antes apenas pensaba en ti. No me acordaba de tu cara. Cuando sonó el teléfono tu nombre era el último que pensaba leer en la pantalla iluminada de mi móvil.”
Desde ese momento entra otra vez en tu mente y no sale hasta que te decepciona.
Transcurridos algunos meses de llamadas semanales, os encontráis en la calle, no era del todo coincidencia... Ambos lo sospechabais.
“Pero, ¿qué ha pasado? Casi no me habla y prácticamente ni me mira. Decido pasar”
Justo delante de ti hay un amigo tuyo, bastante más joven que tú pero muy guapo. Opciones:

  • a) Te quedas donde estabas con cara amargada.
  • b) Vas a lo tuyo, le pagas con la misma moneda.
  • c)Te acercas a tu amigo y empezais a hablar, surgen las risas y su mirada te clava.
Llena de orgullo escoges la opción c.

No te sorprende en absoluto que te toque la espalda y te pregunte “¿Bueno, qué tal?”

Tú simplemente giras la cabeza y dices “Bien, bien”,  sigues con tu conversación.


Ha llegado la hora y cada uno vuelve al lugar que le corresponde. No sabes cuándo volverás a verle, pero definitivamente te da igual, te has cansado de su jueguecito, por fin te has dado cuenta de que no valía la pena, no era lo que esperabas. 

Pero no acaba ahí. Se da cuenta de que tú actúas como él aunque no estéis en el mismo lugar. Entonces una llamada de madrugada te sorprende más aún que la primera.


“Su nombre en la pantalla iluminada de mi móvil. Apago el teléfono, me doy la vuelta y sigo durmiendo”.

lunes, 8 de agosto de 2011

Síncopa

No quiero añadir un alma a mi lista de cosas rotas.
No quiero añadir una vida a mi lista de cosas por hacer.
No quiero olvidar el sentido que más me complace.
Una tras otra, blanca o negra, las notas
me hacen perder la cabeza, enloquecer.

Ya decía un gran pensador
siete palabras ingeniosas.
No todos piensan la misma cosa
pero, "la vida sin música sería un error".


No quiero añadir una estrofa a mi lista de causas perdidas.
No quiero añadir un estruendo a mi lista de malos sonidos.
No quiero malograr mi camino,
incapaz de interpretar armonía,
donde una hermosa melodía,
me haga despertar de este letargo
que me absorbe noche y día..